El espíritu pionero
El espíritu de un pionero es de fortaleza, fe y esperanza. Con este espíritu y sacrificio, los pioneros han abierto nuevos caminos, construido puentes y colonizado valles. Sin embargo, el espíritu pionero no se limita a una época, un lugar o un pueblo, sino que es una forma de pensar, una forma de vivir. [1]
Muchos conocen a los pioneros Santos de los Últimos Días y su viaje al oeste para escapar de la persecución religiosa. Hasta 1.900 murieron a causa de las penurias del viaje a Utah, pero los pioneros siguieron adelante.[2] Ese mismo espíritu valeroso de los pioneros puede seguir siendo un faro brillante de esperanza para cada uno de nosotros en nuestros propios retos, incluso hoy en día.
Hace poco, una amiga compartió su gratitud por aquellos primeros pioneros y explicó cómo sus historias le proporcionaron paz y seguridad en su propia época de prueba. Esperaba con impaciencia el nacimiento de una nieta. Sin embargo, la noche anterior a la fecha prevista para el parto, se produjo una tragedia. La madre fue trasladada de urgencia al hospital, donde dio a luz; pero debido a los graves problemas a los que se enfrentaban ella y su bebé, los separaron en distintas unidades del hospital. Mientras la madre se recuperaba, los médicos trabajaban sin descanso para salvar la vida de su pequeño bebé, aunque la muerte parecía segura.
La abuela pasó días velando al niño, con el corazón apesadumbrado. Entonces, por la radio sonaron los acordes familiares del himno de los pioneros, «Venid, venid, santos», cantado por el Coro del Tabernáculo. Las palabras «Aunque os parezca duro este viaje, la gracia será como vuestro día» agitaron su alma, y se dio cuenta de que estaba experimentando los mismos sentimientos que habían sentido aquellas familias pioneras hacía tanto tiempo. El Coro continuó: «¿Por qué hemos de lamentarnos o pensar que nuestra suerte es dura? No es así, todo está bien». Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras el himno continuaba: «Y si muriéramos antes de terminar nuestro viaje, ¡Feliz día! Todo está bien». La invadió una profunda sensación de paz.
Al día siguiente, abrazando al recién nacido durante un último y tierno momento, le susurró: «Te quiero». La pequeña mano del bebé, agarrando su dedo, le dio un último apretón. Esta valiente abuela, llena del espíritu pionero, afirmó: «Sabía que estaba al cuidado amoroso del Salvador y que todo iría bien».
El espíritu pionero, ya sea en 1847 o en 2025, sigue vivo. Cada uno de nosotros puede ser bendecido mientras nos esforzamos por ser pioneros por derecho propio, avanzando con fe, sabiendo que incluso en medio de grandes pruebas e incertidumbres, como proclama ese viejo himno pionero, también nosotros podemos «Ceñirnos los lomos, [y] tomar nuevo valor, [sabiendo] que nuestro Dios nunca nos desamparará.»[3]
[1] Este pensamiento se atribuye a David McCullough y a sus escritos sobre los pioneros.
[2] Sierra Naumu, «Muerte en la caminata: Un estudio sobre la mortalidad de los pioneros mormones», news.byu.edu.
[3] «Venid, venid, santos», Himnos, núm. 30.
27 de julio de 2025
Emisión número 5.002
El Coro del Tabernáculo
Orquesta en la Plaza del Templo
Directores
Mack Wilberg
Ryan Murphy
Organista
Linda Margetts
Anfitrión
Derrick Porter
Scatter Sunshine
Edwin O. Excell; Arr. Ryan Murphy
En el Jardín
C. Austin Miles; Arr. Ryan Murphy
Alabado sea el Señor, Todopoderoso
Melodía de himno alemán; Arr. James C. Kasen
Canto el Poderoso Poder de Dios
Melodía inglesa; Arr. Mack Wilberg
Ellos, los Constructores de la Nación
Alfred M. Durham; Arr. Mack Wilberg
Come, Come, Ye Saints
Canción popular americana; Arr. Mack Wilberg