Profundidad de la gratitud
«Dulces son los usos de la adversidad»[1], escribió Shakespeare. Ninguna vida está libre de dificultades, pero de las pruebas de la vida pueden brotar bendiciones. Una de esas bendiciones es el don de la gratitud.
La gratitud a Dios es un don, porque es algo que sentimos después de que haya pasado una prueba. De hecho, la profundidad de nuestra gratitud suele reflejar la profundidad de la dificultad que la precede. Cuanto mayor es la adversidad, más profunda es la gratitud que podemos sentir cuando llegan las bendiciones. [2]
En julio de 1858, la familia Parker viajaba hacia el oeste con una compañía pionera de carros de mano. Una noche, se desató una tormenta y la familia acampó rápidamente, pero entonces se dieron cuenta de que su hijo de seis años, Arthur, había desaparecido. Robert y Ann, sus padres, dieron la alarma por todo el campamento, pidiendo ayuda para encontrarlo.
Durante dos días, los miembros de la empresa buscaron a Arthur, pero fue en vano. Por fin se tomó la dolorosa decisión de que la empresa debía seguir adelante. Pero Robert no se dio por vencido. Solo, partió de nuevo para continuar la búsqueda. Cuando se marchó, Ann le puso un chal rojo sobre los hombros. Le dijo que si encontraban a su hijo muerto, lo enterrara con el chal. Pero si lo encontraban vivo, Robert debería utilizarlo como señal de victoria mientras cabalgaba de vuelta al campamento.
Durante tres noches, Ann y sus hijos observaron, esperando ver el chal rojo. Y entonces, justo cuando el sol empezaba a ponerse, apareció Robert en el horizonte, agitando el chal rojo. Un observador grabó: «No puedo describir la alegría de la madre»[3].
La gran prueba de Robert y Ann les produjo un profundo sentimiento de gratitud. Y así, incluso en medio de la adversidad, con fe en Dios, nosotros también podemos buscar nuestro propio manto rojo de victoria, confiando en Su tiempo perfecto y en Su liberación final. Y cuando llegue el alivio, nuestra gratitud será más profunda por la lucha que hubo antes. «El llanto puede durar una noche, pero la alegría viene por la mañana»[4].
[1] William Shakespeare, Como gustéis, acto 2, escena 1, línea 12.
[2] Este concepto me lo enseñó el Anciano Lynn G. Robbins.
[3] Hafen y Hafen, Carros de mano hacia Sión, 61, citado en Boyd K. Packer, «Donde se da mucho, se requiere mucho», Ensign, nov. 1974, 89.
[4] Salmo 30:5.
23 de noviembre de 2025
Emisión número 5.019
Coro del Tabernáculo
Orquesta en la Plaza de Tempe
Director
Mack Wilberg
Organista
Richard Elliott
Anfitrión
Derrick Porter
Alabad al Señor, adoradle los cielos
William Moore, arr. Mack Wilberg
Mira el mundo
John Rutter
Cada vez que siento el espíritu
Tradicional, arr. Richard Elliott
Paz como un río
Spiritual, arr. Mack Wilberg
Ahora Gracias a Todos Nuestro Dios
Johann Cruger, arr. Mack Wilberg
Ven, fuente de toda bendición
American Folk Hymn, arr. Mack Wilberg